El diario de Jane by Mar Vaquerizo

El diario de Jane by Mar Vaquerizo

autor:Mar Vaquerizo [Vaquerizo, Mar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-06-13T00:00:00+00:00


Cuando A. J. terminó de leer la carta, las lágrimas resbalaban por sus mejillas sin control.

Su madre nunca le había hablado así en vida. Ojalá lo hubiese hecho.

Eric, que estaba esperando paciente a que terminara de leerla en voz alta, se acercó a ella.

No hacía falta hablar, solo la envolvió en un abrazo que esperaba que la reconfortara en cierto modo.

Estuvieron abrazados largos minutos, hasta que se calmó un poco y pudo respirar más tranquila.

—No sé si voy a ser capaz de asimilar tanta información, Eric.

—Es increíble. Tu madre ha estado en peligro y no nos dijo nada. No nos hemos enterado, A. J. —declaró los hechos, en parte enfadado por no haber podido ayudar.

—A mí tampoco, Eric. Creo que nos quería proteger a todos.

—Esto levanta muchas sospechas sobre el accidente, Amelia. Se dio por hecho que se había salido de la carretera por el hielo, pero ahora dudo de que así fuera.

La mujer asintió preocupada.

—El coche de mamá está en el desguace de Jerry. No sé si seguirá allí y, aunque estuviera, no sé si nos dirá algo sobre el accidente que no haya visto la policía.

—Si había alguna pista, ya no estará.

La pareja se miró, procesando todo.

—Al menos ya sabemos por qué pidió el dichoso crédito —confirmó A. J.

—Para aclarar ese tema solo hay que esperar. El tiempo nos dirá si ha funcionado y esos tipos no vuelven, pero, hasta que eso pase, tienes que tener cuidado —declaró Eric, prudente. Porque no la quería asustar, pero debía conocer dicho peligro.

—Si lo que dice es lo que está pasando y mi padre está detrás de esto, dudo que no vuelva, y menos ahora que su mayor escollo no está y se ha quedado al frente de todo alguien que nunca estaba por aquí —expuso ignorando lo que Eric insinuaba sobre su seguridad.

Eric arrugó el ceño escuchándola.

—¿Crees que tu padre ha provocado todo esto para que seas tú la que estés al mando?

—No lo sé. Solo me ciño a lo que mi madre insinúa en esta carta.

—Bueno, llegado el momento, lo averiguaremos. Ahora guardemos todo esto y limpiemos. Nadie debe enterarse de lo que está pasando.

—Nadie —confirmó A. J. Esperó unos segundos a ver si decía algo más, pero, viendo que no, ella siguió—: Veo que mamá nos tenía muy calados a los dos.

—Ella era muy inteligente y sé que muchas cosas que hemos hecho han sido porque ella lo ha querido, no porque no se enterase. Igual que ha hecho la mía.

—¿Tú crees?

—Desde luego. A veces decían cosas que me lo insinuaban, y ahora me doy cuenta de que así era tras leer sus palabras.

A. J. sonrió mientras movía la cabeza con sutileza en señal de asentimiento muchas veces seguidas.

—Ojalá no se equivoque en lo importante.

—Ojalá —contestó Eric, sabedor de que se refería a la parte sentimental y no a la económica.

—Será mejor que sigamos leyendo el diario de Jane si queremos averiguar más cosas sobre Liberty, por si las necesitamos —propuso mientras cerraba la caja, dispuesta a llevársela a la cabaña.

—Tengo que recibir un caballo importante, A.



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